La investigación por el triple crimen de Florencio Varela reveló escenas de extrema violencia y abandono. En la vivienda donde fueron hallados los cuerpos de Morena Verdi, Brenda del Castillo y Lara Gutiérrez, la Policía encontró manchas de sangre en las paredes, basura acumulada y tierra removida en distintos sectores del patio, señal de que los cadáveres habían sido enterrados allí. Un video muestra por dentro la llamada "casa del horror", con sillas, juguetes, prendas, colchones tirados y un cochecito de bebé en medio del jardín descuidado.
La vivienda había sido alquilada apenas días antes del hallazgo y, al momento de difundirse las imágenes, no contaba con consigna policial ni cintas perimetrales. Incluso un vecino logró ingresar y robar algunos objetos sin que nadie lo impidiera. Este escenario generó críticas y dudas sobre la preservación de la escena del crimen y la posible contaminación de pruebas.
Los cuerpos de las tres jóvenes fueron hallados enterrados en el patio luego de cinco días de búsqueda. Habían sido vistas por última vez subiendo a una camioneta blanca en La Tablada. Las autopsias confirmaron la brutalidad del ataque: torturas, mutilaciones y heridas post mortem, en un caso que el ministro de Seguridad bonaerense calificó como "crimen con sello mafioso" y posible venganza.
La causa tiene cuatro detenidos. Dos de ellos, un joven de 18 años y una chica de 19, fueron sorprendidos dentro de la vivienda limpiando con lavandina las paredes y pisos para borrar rastros de sangre. Las otras dos personas arrestadas son los presuntos dueños de la casa, una pareja de 27 y 28 años, que fue localizada en un hotel alojamiento y detenida tras un operativo con cruces de llamadas y seguimiento en redes sociales. El hombre está señalado como presunto narcotraficante peruano con vínculos con la villa 1-11-14. Todos están imputados por homicidio agravado.
Las imágenes del interior de la casa permiten reconstruir un ambiente sombrío: muebles desvencijados, comida a medio terminar, bolsas de basura apiladas y restos de lavandina utilizados para limpiar rastros hemáticos. En un rincón del patio, la tierra removida marcaba el sitio exacto donde los perros rastreadores hallaron los cuerpos. Según los investigadores, todo indica que el inmueble fue alquilado con el fin de ocultar y borrar huellas del crimen.
El caso generó conmoción en Villa Vatteone, donde vecinos aseguraron no haber sospechado lo que ocurría detrás del portón negro. Hoy la vivienda permanece tapiada y bajo custodia policial, convertida en símbolo de horror y en el centro de una investigación que avanza con nuevas pruebas y la expectativa de identificar a más personas involucradas en el triple asesinato.
