San Lorenzo atraviesa una crisis sin precedentes que combina conflictos institucionales, económicos y deportivos. Con los sueldos atrasados desde hace varios meses, el plantel profesional evalúa no presentarse a entrenar como medida de protesta. La decisión se encuentra en análisis entre los referentes del equipo, quienes consideran repetir una acción similar a la ocurrida meses atrás, cuando bajo la conducción de Miguel Ángel Russo y con Iker Muniain como portavoz, los jugadores suspendieron las prácticas hasta que la dirigencia abonó una parte de la deuda. Aquella presión permitió destrabar momentáneamente el conflicto, pero esta vez el contexto es aún más grave.
La relación entre los futbolistas y la conducción de Marcelo Moretti se encuentra completamente rota. En las últimas horas, el plantel resolvió cortar todo tipo de comunicación con el presidente y con los miembros de la Comisión Directiva, en señal de descontento por la falta de respuestas y el deterioro institucional. La situación se agrava día a día y refleja un clima de desconfianza que también se percibe en el resto del club.
A la crisis deportiva y económica se suman los episodios de tensión vividos en la sede de Avenida La Plata, donde un grupo de socios e hinchas se manifestó para exigir la renuncia de Moretti. La protesta derivó en enfrentamientos con la policía y en la salida del mandatario escoltado por un patrullero.
Pese al fuerte rechazo de la hinchada y a las presiones internas, Moretti afirmó que no renunciará y que continuará en el cargo. Su posición se sostiene en un fallo judicial que dejó sin efecto la acefalía declarada semanas atrás. Sin soluciones a la vista y con el vestuario al borde de un paro, San Lorenzo enfrenta uno de los momentos más críticos de su historia reciente.
