El santuario de la Virgen de Lourdes de El Challao, uno de los espacios de fe más emblemáticos de Mendoza, cumple 100 años y conmemora un siglo marcado por promesas, relatos comunitarios y prácticas religiosas que han acompañado a generaciones enteras. Entre senderos, grutas y espacios de oración, miles de fieles continúan visitando este lugar cada semana en busca de consuelo, agradecimiento o la esperanza de un nuevo comienzo.
Un origen humilde que se convirtió en tradición masiva
La historia del santuario se remonta a la década de 1920, cuando Emperatriz González de Ortiz, una mujer profundamente creyente y madre de cuatro hijas, acostumbraba rezar el rosario en el cerro junto a su familia. Fue una de sus hijas quien propuso colocar una imagen de la Virgen de Lourdes en el cerro Bonete, un sitio cuya formación rocosa recordaba a la gruta de Massabielle, en Francia, donde la Virgen María se habría aparecido en 1858.
En aquel entonces, la imagen era conocida como la "Virgen del Hueco", ya que estaba ubicada dentro de una cavidad natural. El gesto pronto atrajo a más devotos, y gracias a la donación del terreno por parte de Frank Romero Day, comenzó a tomar forma la naciente devoción popular.
Un santuario que creció con su comunidad
El crecimiento de los fieles motivó a los Padres Claretianos a construir una pequeña capilla, que con el tiempo dio paso a un santuario más amplio. La construcción del templo se realizó en dos grandes etapas: de 1933 a 1941 y de 1941 a 1978, hasta culminar en el majestuoso edificio que hoy se conoce, finalizado en 2010. Los sacerdotes claretianos intuían desde el principio la magnitud espiritual del lugar, pero la obra también se transformó en un hito arquitectónico.
Hasta 1983, el santuario fue escenario de numerosos bautismos y casamientos de familias de zonas rurales. Aunque esas prácticas ya no se realizan allí, la devoción siguió creciendo sin pausa. Actualmente, es la iglesia más concurrida de Mendoza, con miles de visitantes cada semana que llegan no sólo para participar de la misa, sino para disfrutar de un espacio de oración, recogimiento y también de turismo.




